domingo, 26 de octubre de 2008

DESPUES DE MUCHO CAMINAR

Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por una calle. Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta que los tres habían muerto en un accidente. Hay veces que lleva un tiempo para que los muertos se den cuenta de su nueva condición.

La caminata era muy larga, cuesta arriba, el sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Precisaban desesperadamente agua.

En una curva del camino, avistaron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que desde una garita cuidaba de la entrada.

- Buen día - dijo el caminante.
- Buen día - respondió el hombre.
- ¿Qué lugar es este, tan lindo? - preguntó el caminante.
- Esto es el cielo - fue la respuesta.
- Que bueno que nosotros llegamos al cielo, estamos con mucha sed, dijo el caminante
- Usted puede entrar a beber agua a voluntad - dijo el guardián, indicándole la fuente
- Mi caballo y mi perro también están con sed.
- Lo lamento mucho - le dijo el guarda - Aquí no se permite la entrada de animales.

El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande. Mas él no bebería, dejando a sus amigos con sed. De esta manera, prosiguió su camino…

Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio, cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semi-abierto. El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacian sombra. A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero, parecía que dormía…

- Buen día - dijo el caminante
- Buen día - respondió el hombre
- Estamos con mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.
- Hay una fuente en aquellas piedras - dijo el hombre indicando el lugar - Pueden beber a voluntad.

El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.

- Muchas gracias - dijo el caminante al salir.
- Vuelvan cuando quieran - respondió el hombre.
- A propósito - dijo el caminante - ¿cuál es el nombre de este lugar?-
- Cielo - respondió el hombre.
- ¿Cielo? ¡Mas si el hombre en la guardia de al lado del portón de mármol me dijo que allí era el cielo!
- Aquello no es el cielo, aquello es el infierno.

El caminante quedó perplejo.

- Mas entonces - dijo el caminante - esa información falsa debe causar grandes confusiones.
- De ninguna manera - respondió el hombre - En verdad ellos nos hacen un gran favor. Porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

Autor desconocido

domingo, 19 de octubre de 2008

LEYENDA ARABE

Dice una linda leyenda arabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro,ofendido, sin nada que decir, escribio en la arena HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.

El que habia sido abofeteado y lastimado comenzo a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomo un estilete y escribio en una piedra HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA. Intrigado, el amigo pregunto: Por que despues que te lastime, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra? Sonriendo, el otro amigo respondio:

"Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdon se encargaran de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.

domingo, 12 de octubre de 2008

LA CRUZ ACUESTA



Cuenta la historia de un hombre que caminaba por el rumbo de la vida cargando su cruz sobre sus hombros. De repente se le apareció un señor muy imponente, vestido con un extraño traje rojo que le dijo:

"Pero hombre ¿Qué estás haciendo con semejante cruz encima? No tiene sentido. ¿Por qué no le cortas un poco los extremos así la carga se te hace más liviana?"
El hombre, luego de pensarlo por un breve momento, creyó que ésa era una buena idea para evitar tanto esfuerzo. Fue así que limó los extremos de la cruz y siguió caminando.

A los pocos metros, el señor de rojo se hizo presente otra vez.



"Pero ¿Qué te dije amigo? No la has achicado casi nada. Córtale las puntas un poco más. Estás arrastrando una cruz demasiado pesada pudiendo sacrificarte menos para llevarla. No seas tonto!".
Y el hombre esta vez cortó los extremos de la cruz. Sintiéndose ahora un poco más aliviado, continuó su camino. Ya el tamaño de la cruz había disminuido notablemente y el hombre podía cargarla con más comodidad.

Al poco tiempo de avanzar, el señor de rojo volvió a cruzarse ante él y le insistió:



"Vamos... Córtale los extremos más todavía. Mientras más chica sea la cruz menos va a costarte llevarla."
Entonces el hombre se detuvo y volvió a cortarle los extremos hasta que pudo cargarla con una sola mano.

Siguió caminando y a medida que avanzaba, pudo divisar una gran luz blanca al final del camino. Cuando llegó a este punto estaba Dios aguardándolo.



"Bienvenido Hijo Mío al umbral de la Gran Puerta Al Paraíso".


"Pero Dios... ¿Dónde está la puerta que no la veo?
Y el Señor, con su dedo índice apuntando hacia arriba, señaló una puerta en lo alto y le dijo:



"Es aquella que está allá en las alturas. ¿La ves ahora? Bueno, para entrar sólo debes abrirla"
Evidentemente abrir la puerta no era el inconveniente, pero sí lo era alcanzarla.



"Pero Señor ¿Cómo hago para subir tan alto?


"Para eso tienes la cruz. Debes apoyarla sobre esta pared y escalarla hasta la puerta. Esta cruz que has estado cargando durante toda tu vida tiene la medida exacta para que llegues a la Puerta del Cielo. De otra forma es imposible".


"Pero Señor... Es que mi cruz ya no tiene ese tamaño. Yo le hice caso a un Señor de traje rojo que durante todo mi camino estuvo acechándome, tratando de convencerme para que yo mismo me facilite las cosas. Y me convenció. Yo hice mi carga más liviana por consejos de él."


"Ay Hijo Mío... Te has dejado tentar y mira ahora lo que te ha pasado. ¿Te das cuenta que al final de todo las malas influencias terminan perjudicándote?"

domingo, 5 de octubre de 2008

LA PARABOLA DE LA PARABOLA

Hace mucho tiempo andaba la Verdad por las calles, en los pueblos, tratando de hablar con la gente, pero la gente no la quería, la despreciaban solamente por las ropas que llevaba. La Verdad andaba con harapos, sin lujos, sin pretensiones, tan simple, pura y sencilla como la Verdad.

La Verdad siempre trataba de acercarse a la gente, de entrar en sus hogares, pero siempre fue despreciada y humillada, pues nadie la quería por sus vestiduras harapientas.

Un día la Verdad andaba caminando y llorando, muy triste por todo esto, hasta que de repente se encuentra a alguien muy alegre, divertido, vestido con colores muy llamativos y elegantes y toda la gente la saludaba!!!.....Era la Parábola!!!

...Y la Parábola ve a la Verdad y le dice: "Verdad, ¿por qué lloras?"

La Verdad le responde: "La gente me desprecia y me humilla! Nadie me quiere ni me aceptan en sus casas!"

La Parábola le dice: "Claro, Verdad... Te entiendo; lo que pasa es que tienes que vestirte como yo, con colores y bien elegante....y verás el cambio"

Parábola le prestó uno de sus vestidos a Verdad y desde ese día, como un milagro, de repente, la Verdad fue aceptada por la gente y era querida por todos...



Moraleja:

Nadie acepta la Verdad desnuda. Todos la prefieren disfrazada con ropas de Parábola.